Descansa la vida de Don Quijote en una implícita afirmación moral siempre en pie: cuando nosotros estamos convencidos de lo que es el bien, nuestro deber es hacer el bien, por encima de todo. […] Porque en don Quijote se resuelve, por la acción, la antinomia esa de “o valores morales o cosas materiales, ¡escoge!”. Él, por ser un hombre íntegro, era un integrador. Por su camino de aunar creencias y actos, ideas y cosas, se accede al fin más deseable de nuestros días: la reconquista de la entereza del hombre.
Pedro Salinas